El mundo incrédulo contempló en estado de shock cuando dos aviones de línea impactaron contra las torres del World Trade Center, uno tras el otro, cortándoles todas las vías de escape a los que estaban trabajando en los pisos superiores al lugar del impacto. Más de 3.600 personas perdieron la vida en este deliberado acto de terrorismo, y las naciones de occidente, enfurecidas, se lanzaron a la acción. No se escatimaron recursos para encontrar a los responsables de ese cobarde acto de agresión y llevarlos a la justicia. Sin embargo, a pesar de su atrocidad, Osama bin Laden y la red terrorista de Al Quaeda no fueron los principales asesinos de Nueva York durante aquel año. Alguien más mató una cifra diez veces mayor de personas en la misma ciudad, y nadie dijo ni una sola palabra al respecto.

El asesino silencioso